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Los afectos desbordados en la escuela de la pandemia

Una mirada sobre los malestares que emergieron entre escuelas y familias durante la pandemia.

Por Analía Devalle, Mariano Cranco y Perla Zelmanovich

Los afectos desbordados en la escuela de la pandemia

El inicio del tiempo pandémico encontró a las instituciones educativas y sus agentes ante la irrupción de lo inesperado, con lo que implicó en términos de trastrocamiento de las coordenadas espacio-temporales. También produjo orfandad de referencias simbólicas a partir de las cuales establecer los lugares que permitieran llevar adelante las funciones que cada quien venía desarrollando. El saber-hacer habitual, aun con sus luces y sus sombras previas, necesitó reinventarse a un tiempo veloz exigido por las circunstancias externas, desfasado del tiempo subjetivo para metabolizar los cambios.

En ese marco se desdibujaron las fronteras entre familias y escuelas. Los malestares no tardaron en mostrar sus rostros, entre desasosiegos e invenciones. Entre los emergentes críticos del malestar identificados durante la investigación “Los malestares en las prácticas profesionales en tiempos de pandemia. Aportes de la clínica socioeducativa para su abordaje (2020-2021)”, el trastrocamiento y reconfiguración de las relaciones entre familias y escuelas —y la intensificación de afectos signados por la angustia y la cólera con sus manifestaciones de enojos, furia, ira, indignación, fastidio y pesadumbre—, conmocionaron las relaciones entre diferentes actores educativos.

Transitando el retorno a las instituciones educativas encontramos que ambos focos del malestar se conjugan dando lugar a tensiones mortificantes. La figura cristalizada del “otro amenazante”, ya sea leído como inoperante ante los posibles daños ocurridos al interior de las instituciones “porque no hacen nada”, o la sensación de intrusión por parte de las familias —”no nos van a venir a decir lo que tenemos que hacer”—, encuentran como recurrencia la respuesta rápida en la denuncia, el escrache, la difusión en redes y medios masivos. En este marco quedan invisibles quienes debieran ser protagonistas: niñas, niños y adolescentes, y su oportunidad de encontrar en el vínculo educativo con otros, una oportunidad.

Advirtiendo lo que nos muestran con sus gestos, silencios y desbordes, se dibujan algunas preguntas que nos ayudan a salir del laberinto: ¿Qué nos dicen los cuerpos que no encuentran sosiego en los patios y en las aulas tras la experiencia entre pantallas?, ¿de qué manera interviene el retorno a lo grupal en los desbordes que se visualizan con el regreso a la gramática escolar y sus edificios? Y con respecto a quienes cumplen funciones adultas con sus propios desbordes: ¿Qué huellas dejó la coeducación entre referentes familiares y escolares en las aulas pantallas?, ¿cómo leer las relaciones entre los afectos exacerbados entre adultos y las respuestas leídas como defensivas de un lado e intrusivas del otro? Estas son algunas de las preguntas que nos convocan a construir hipótesis de trabajo para reinventar encauzamientos educativos.

«Cómo leer las relaciones entre los afectos exacerbados
entre adultos y las respuestas leídas como defensivas
de un lado e intrusivas del otro»


Resulta necesario reinventar una zona de frontera en la que puedan transitar familias y escuelas
. Será imperioso tener en cuenta las tensiones y los desafíos que ya estaban planteados en la prepandemia, así como el corrimiento de los bordes producidos durante el período de aislamiento y distanciamiento. Con esos insumos y una lectura de lo que va emergiendo en este presente, se podrán ir reconfigurando las relaciones, a sabiendas de que ya no serán como antes. La ilusión de volver a la prepandemia sin tomar debida nota de los efectos de lo transitado, nos encontrará tropezando una y otra vez. En cambio, ubicar los puntos de fertilidad y de dificultad, leer la lógica operante allí, sirviéndose de las nuevas circunstancias podrá dar lugar a nuevas invenciones. Es que de eso se trata la invención: trabajar a partir de los materiales preexistentes, para así reinventarlos con lo nuevo que emerge.

Será necesario producir una nueva zona de frontera, para que cada quien pueda encontrar su lugar, preservando, en cualquier caso, esa asimetría necesaria que ampara a quienes están transitando sus niñeces y adolescencias. Para ello será necesario también desandar el camino que significó andar en el uno a uno, un tanto a solas tras las pantallas para reintroducir lo colectivo, en la medida que se pueda ir ubicando algo de lo común para lo cada quien resulte necesario. De la sospecha a ser necesario para el otro, es un camino a recorrer desde lo singular que anida en cada quien en un marco de producción cultural colectiva.

(*) El ciclo de conversaciones sobre “El malestar y sus emergentes en el transitar post-pandémico” busca poner a consideración algunas hipótesis de trabajo en pos de una producción que aloje lo singular en lo colectivo. El primer encuentro hará foco en «Familias, escuelas y afectos desbordados tras la experiencia pandémica”. Será el miércoles 3 de agosto de 18 a 21, y se podrá participar de forma  virtual. Presentan y coordinan: Analía Devalle, Mariano Cranco y Perla Zelmanovich. Invita y organiza: carrera de especialización en ciencias sociales con mención en psicoanálisis y prácticas socio-educativas (Flacso Argentina).

 

Nota publicada en el Diario La Capital, click para leer la nota en el portal del Diario