Ir a la escuela

Ir a la escuela

Juan Manuel Lanza
lanzajuanm@gmail.com
Lic. en Psicología y Psicólogo del Nivel Medio del Colegio Marianista de CABA.
Egresado de la Especialización en Cs. Sociales con mención en Psicoanálisis y Prácticas Socio-educativas

Abril 2020

A la escuela se va. Antes que nada, la escuela está asociada con el verbo “ir” en sus distintas conjugaciones. A la escuela se va, después vemos si también se estudia, almuerza, trabaja, aprende, juega, presta atención, aprueba.

Algunos van de guardapolvo, otros de chomba o camisa. Algunos acompañados por sus padres y madres, otros por seres imaginarios con quienes charlan de aquello que nadie más conoce. Algunos van en micro naranja, otros en colectivos numerados. Hay quienes caminan varios kilómetros y llegan con las zapatillas embarradas y también quienes llegan fresquitos por el aire acondicionado del auto. En todos los casos, a la escuela se va (presente impersonal conjugado en tercera persona del singular del verbo “ir”).

La escuela empieza en marzo y termina en diciembre. Entre los ciclos lectivos, las tan deseadas vacaciones salvo para aquellos que “debanmaterias. Ellos también se van (presente indicativo en segunda/tercera persona del plural) pero no de vacaciones sino a diciembre o a marzo.   

La escuela tiene sus tiempos: formar en el patio, cantar el himno, izar la bandera. Timbre. Ir a al aula y hora de clase. Timbre. Patio y recreo. Timbre. Volver al aula y prueba. Timbre. Otro recreo. Timbre. Otra materia. Timbre…

Para algunos el almuerzo es en la escuela. Para otros la escuela es la posibilidad de un almuerzo. A veces le sigue el turno tarde. A veces la tarde es en la escuela de la calle.

La salida de la escuela es el encuentro entre dos mundos que transcurrieron en paralelo y sin noticias el uno del otro durante la jornada. Dos mundos que se buscan, que se abrazan. Dos mundos que siguen siendo dos mundos sin noticias el uno del otro. 

Después ir (infinitivo, forma no personal) a casa. Ahí la tarea, el estudio, el trabajo práctico. Lo que pasó en el recreo, lo que dijo la seño o lo que se aprendió hoy. La queja, la alegría, el enojo, la satisfacción. En casa la felicitación, el reto, la indiferencia.

A la escuela vamos (presente indicativo en primera del plural) docentes, no docentes, alumnos, familias. De marzo a diciembre, de lunes a viernes. A la mañana, a la tarde, a la noche. Ir a la escuela implica un movimiento, un desplazamiento, un traslado.

Sin embargo, hoy no podemos ir a la escuela o, por lo menos, no podemos ir a esa escuela que concebíamos hasta hace un par de semanas. Esa escuela está cerrada.

El mayor desafío que tenemos los docentes por estos tiempos es ubicar lo que hace escuela y ver si esa condición puede sostenerse a distancia (que no es aislamiento). Porque la escuela no es el enorme edificio ni el aula plurigrado. No es el boletín. No es el manual ni la cartuchera. No es aprender. No es el sobresaliente ni el regular. La escuela no es. A la escuela hay que hacerla en cada encuentro, en un espacio común que convoque y reúna. Ya no podemos esperar a los chicos en esa escuela. Los docentes no podemos ir y los chicos y chicas tampoco van a llegar. Está cerrada. El encuentro deberá ser en un aula que no tiene techo ni paredes y que tendremos que construir en conjunto.